La República Dominicana está cubierta por miles de hectáreas de campos de caña de azúcar controlados por prominentes familias estadounidenses. Aislados en pequeñas y destartaladas aldeas en medio de estas vastas plantaciones, los emigrantes haitianos trabajan como esclavos. La película nos introduce a ochenta familias perdidas en el océano verde de una plantación de más de un siglo.