Una pequeña compañía de teatro está en plena sesión de trabajo. Preparan una función que habla de ser libres haciendo lo correcto. En CABEZAS DE CARTEL nos colamos en un momento crítico del proceso creativo de esta obra en el que se encontrarán los principios éticos con la necesidad de sentirnos importantes.
Una propuesta para revisarnos.
Una oportunidad para analizarnos como sociedad y como colectivo.
Una vuelta a los valores.
Un alto en el camino.
Todos tenemos necesidad de ser reconocidos. Todos. Te dediques a lo que te dediques. Y una vez cubierta esa necesidad, entramos en el terreno de la adicción al aplauso. El relumbrón nos deslumbra. No tenemos más remedio que reírnos de eso, porque es muy ridículo el ridículo que hacemos.
Pero además, hay algo muy serio que también nos afecta a todos, y es el hecho de que ese relumbrón nos hace olvidar muy a menudo cuáles son nuestros valores y cuáles eran nuestras prioridades.
Mucha pose y poco poso. En cuanto nos descuidamos, los humanos nos deshumanizamos a fuerza de sentirnos importantes.
Hay personas que se juegan la vida por hacer aquello que creen que mejora el mundo. A veces hacemos cosas hermosas para mejorar vidas, y otras veces nos entretenemos en ver quién tiene mejor prensa. ¡Qué pena y qué risa damos!
La responsabilidad de “hacer bien algo” no pasa por el tener la oportunidad y aprovecharla, sino por el saberse digno de concretar un sueño.” Y de eso hablamos en Cabezas de Cartel, de dignificar al maravilloso ser humano.
Texto e interpretación > Celia Nadal y Javier Manzanera
Dirección > Luis Felpeto
Música > Santi Martín
Sonido y Chelín > Robert Wilson
Escenografía > Juan de Arellano, Pepe Hernández, Eduardo Manzanera.
Diseño de luz > Pedro A. Bermejo.
Diseño gráfico > Sira González
Vestuario > María Cortés
Utilería > Malu Sáenz, Isa Soto.
Cía> PERIGALLO TEATRO