Mi disfraz.
Tiempo después, las múltiples personalidades que habitan en la soledad de mi cuerpo enmudecen. Habla la Paz.
Reposado y sin nuevos planes, voy con toda la reflexión. El silencio de un otoño que llega para quedarse y parar las estaciones.
Soy el carnaval de mi vida. He llegado al fondo del baúl de los disfraces y con éste, cosido en la piel, vengo a entregar lo que mi estomago sufre y lo que mi alma suspira.
Vaciaré la mochila y cantaré lo que siento. Vosotros no juzgad. Mirad con los oídos y cerrad los ojos, pues mi cara os es conocida e insignificante, pero las canciones, son puentes a otras vidas que también habitan en vosotros.
Gracias por elegirme entre tantas cosas.