La eterna historia humana, el ejercicio del poder, inseparable de nuestra especie, cosecha sus victimas en la sombra. Y esa sombra también está construida con rigor para que el circulo vicioso no se descubra, para que la victima antes de sucumbir sea también verdugo y los hijos, todos, sean ofrecidos en silencioso sacrificio.
Triboulet vive en un mundo en el que el bien está condenado a ser un pasado hipotético, un anhelo, quizá un sueño, todo ocurre justo en ese instante en el que el mal se hace irreversible.
Las almas que habitan esta historia son artífices y vÍctimas de un hambriento sistema que todo lo consume, para sobrevivir cada cual habrá de manipular con ingenio a los demás pues la ley es la de comer o ser comido.