La tía Dolores ha muerto sin hijos, solo tiene tres sobrinos, tres primos hermanos cada uno de su padre y de su madre. La herencia completa ha ido a manos de Carmen, que ha cuidado a su tía hasta el final, Para ella, pues, la casa, los huertos y el dinero. Para Antonio y Vicente únicamente el legado maldito de ciertos utensilios rotos y apolillados, capaces sin embargo de levantar las ampollas del recuerdo y la nostalgia.