Arturo Pueyo y un servidor hemos pasado los últimos cinco años azotando sin cejar al público de cada barrio, ciudad, pueblo, persona, animal o cosa a nuestro alcance.
En el camino han quedado dos coches, un disco, una erupción volcánica, una pandemia, alrededor de doscientosmil kilometros y unos doscientos menús del día. Yo he perdido la corbata, el ha ganado dos barbas y su nombre ha sido coreado en los mejores (que no más grandes) festivales en los que hemos tenido la suerte de tocar.
Hemos pulido tanto el repertorio y hoyado tantos escenarios, que más de un crédulo diría que descubrimos la telepatía.
Este otoño, haremos nuestra última gira como pareja estable, podréis despediros del clarinetista que despeinó a Donald Trump en las ciudades a las que nos toca ir y gozar del que estoy convencido es, uno de los mejores clarinetistas que jamás veré sobre un escenario.
Se abre el telón y aparecen un clarinetista y un cantautor. Durante hora y media transformarán tu cerebro en la pantalla de un cine de verano. Y reirás, llorarás, abuchearás a los malos, aplaudirás a los buenos, descubrirás el engaño, la pasión, el miedo y la suerte.
Bienvenidos a Mundo Chillón y larga vida a Arturo Pueyo.
¡Salud!