El pánico se extiende por un bonito pueblo rural a medida que se corre la voz de que los rusos están llegando. Todo el mundo coge lo que puede y se apresura a salir de la ciudad en carreta o a pie, sabiendo que es posible que nunca vuelvan a ver sus hogares. Solo quedan dos familias: el viejo estoico Badri (Goga Pipinashvili) con su esposa enferma Khatia (Tamar Abshilava); y el corpulento borracho Vazja (Dato Bakhtadze), todavía en duelo por su esposa muerta, con su hija adolescente Mariam (Mariam Jibladze), que parece estar en su mundo. Khatia es reconociblemente osetia, una etnia estrechamente aliada de los rusos, por lo que ella y Badri tienen algo de protección. Vazja tiene el coraje de su dolor, y presume de que solo la idea de dejar sola a Mariam le impide dispararle a un ruso.