Veneno Azul Espera hace un retrato de la mayoría silenciosa de los últimos años de dictadura española; en concreto 1970. La acción, desarrollada en dos actos, se centra en tres hermanas que se reúnen para acompañar a su madre en sus últimas horas de vida. Tres mujeres apolíticas que no hablarán de la insatisfacción de la realidad que las rodea; pero sí lo harán expresando, cada una de ellas, su propio dolor, representando así alguno de los tipos de huida que el pueblo insatisfecho vivía: la población cómplice, que podría no estar de acuerdo con el poder, pero se conforma con él y calla; la población descontenta, la cual extiende la queja solo dentro del hogar y no públicamente, conduciendo a estos a la ira, que no lucha por el cambio desde dentro, sino que escoge la huida física.
Las tres protagonistas, que tienen tantas fallas como virtudes, durante el transcurso de la obra, esperan. Esperan a que cambien sus resentidas vidas, anhelando e intentando buscar dónde se encuentra la felicidad. Concepto que pueden llegar a entender, pero no hallar; pues en esta eterna espera, cuando no se toma partido, lo único que les queda es seguir esperando.
La obra explora temas como la familia, la maternidad, el amor y el dolor; e intenta definir otros como el destino, la felicidad, la libertad y el olvido, cuales las conducen a la incomprensión y a la esperanza del eterno mañana.
Elenco: Ale Lacour, María Pordoy, Isabel Sumelzo
Autora: Ale Lacour
Dirección: Gustavo Rojo
Diseño iluminación: Alicia Pedraza
Técnico: Alicia Pedraza
Foto: Paula Lobregar / Cartel: Paco Llonch
Dossier: Jaione Azkona
Producción: Ale Lacour
Ayudante de dirección: Candela Solé
La IMPURA
La impura es una compañía de teatro destinada a la creación de proyectos teatrales y audiovisuales.
Nuestro objetivo es producir proyectos que cuenten historias cercanas, reales, imperfectas, incluso incómodas, (es decir, nuestras historias) con las que el espectador pueda dejarse llevar en una catarsis de risa y llanto, y llegue a sentirse identificado.
Nosotras tenemos grietas, y estamos rotas, y con ellas nos expresamos. Esta sensación nos recordó al arte Kintsugi, técnica japonesa que arregla fracturas de cerámica con barniz de polvos de oro, nos gustó mucho la metáfora. Ya que, intentamos hacer lo mismo, utilizamos nuestro dolor, nuestros traumas, nuestros fallos para contar historias y crear arte. Quién nos dijo que teníamos que ser puras, si en la impureza se encuentra la mujer.
Ahora bien, nuestros proyectos siempre están empapados de humor. No concebimos otra forma de expresión que hablar de temas serios envueltos de sarcasmo e ironía. Así que el público para el que van dirigidas nuestras obras es uno que acepte lo no correcto, lo no establecido socialmente, y que, además, sepa ver en nuestra impureza, la originalidad y la belleza.
