En un contexto extrañísimo, donde la libertad la tienen las vacas (a diferencia de cuando ellas eran perseguidas, cuando la epidemia de la vaca loca), miramos el tren del mundo detenido, sin comprender por qué no andaba.

En medio de todo esto crecerá enojada cualquier semilla que el viento vuele y habrá una flor, no del oto, que salga entre dos chapas en un techo de un conurbano cada vez más inestable.

En este entorno voy pariendo, de a poco, cosas que iré mostrando, sin parar.

Experimendo es lo no pensado, es lo menos pensado, es lo sorpresivo y peligroso.

Dejando de lado por fin lo más cómodo: el creer que las cosas no cambian, que lo ordenado da resultados esperados, que lo pautado no falla.

Cantaré algunas preciosas canciones que amo, y algunas de las canciones que los patriarcas escribieron y musicalizaron para la mujer, fuente absoluta de belleza, e inspiración eterna para los hombres, que pequeños venimos de ellas.

Me parece una porquería ofender, me duele, y no haré un espectáculo para sentirme mal sino para ser más feliz.

Trabajaré sin descanso para la absoluta libertad, y para la inteligencia de los no hipersensibles.

Desplegaré el humor que surja de mis ganas, o sea, mi humor gánico. Porque así soy, un ser gánico (y no tan sólo orgánico, que también lo soy). Con esa libertad que a menudo me lleva por los caminos del caos, donde está la risa que busco encontrar para entregar a mi público.

Y agradecerte que compartas en este ámbito, que es sagrado para mí, tu inversión que es ese asiento, que pagaste con generosidad, buena predisposición y confianza.

Alfredo Ángel Casero