Qué hacer con el arte de hombres que, moral y éticamente, no están a la altura de sus grandes obras. Un debate actual y abierto. Los nombres que suscitan y amplían este debate son actuales, pero la historia del arte está plagada de ejemplos, y el teatro es buen exponente de ello. El teatro es, quizá, el arte que más refleja la sociedad en la que vive, una sociedad que es históricamente machista. Como lo era la sociedad en la época del teatro isabelino, y como lo es el teatro del mayor dramaturgo de todos los tiempos: William Shakespeare. Basten un par de ejemplos: “Hamlet”, la mejor obra dramática jamás escrita, tiene veintiocho personajes, de los cuales tan solo dos son mujeres. Y ciertamente no salen bien paradas en sus roles: Gertrudis, de puro inocente e ignorante, es casi tonta; y Ofelia, cuando la deja su novio (el príncipe Hamlet) no tiene otro recurso que suicidarse. En “Macbeth”, Lady Macbeth es un personaje femenino con fuerza y poder, a la que nadie duda en tildarla de malvada, mientras que su marido es, simplemente, ambicioso. ¿Y cuál es el castigo para Lady Macbeth? No muere asesinada, lo cual, al menos, le otorgaría cierto reconocimiento por parte de sus damnificados, sino aislada del mundo y loca, un castigo peor aún que la muerte y más acorde a tanta perversidad. Ser actriz hoy en día y querer decir en escena los bellísimos y profundos textos del bardo inmortal significa estar condenada a perpetuar un rol femenino bastante alejado de la necesaria revolución por la igualdad que estamos viviendo. Por eso, las actrices de hilo producciones se han rebelado. Han tomado escenas de las mejores y más representativas obras de Shakespeare y las han puesto sobre el fuego, las han retorcido, revisitado, convulsionado. El resultado es “Tal vez soñar”: William Shakespeare como nunca antes lo habíamos visto ni oído. Y, claro está, con mucho humor, todo un sello ya de hilo producciones: cuando la carcajada remite, queda el poso de la lúcida reflexión. “Tal vez soñar” no pretende ni enmendar ni corregir a Shakespeare. Ni le hace falta ni somos quienes para hacerlo. Lo que hacemos es, como artistas del siglo XXI enamorados de los textos clásicos, rescatar la belleza y utilizar un nuevo y moderno vehículo para mostrarla. No sabemos si Shakespeare estaría de acuerdo con el resultado. Tampoco nos importa: como siempre, desde hilo nos acercamos al autor inglés con toda la admiración y sin ningún respeto. Al fin y al cabo, somos gente de teatro.
Ofrecemos este nuevo espectáculo de hilo producciones en formato de work in progress, para lograr un feedback con el público asistente: encuentros posteriores a la representación -tal y como ya hemos desarrollado en otras ocasiones que nos permitirán hacer crecer nuestro espectáculo con sus aportaciones.