Cuando haces cruising se da algo más que el propio acto sexual. Ese merodeo en los parques, baños públicos, en los descampados y polígonos. ¿Qué buscamos? Buscamos sexo, eso ya ha quedado claro. Pero algo se va aconteciendo en esa búsqueda donde se cruzan miradas, señales, se intuyen decisiones, se descifran códigos no verbales en los que interviene el instinto y todo apunta hacia un mismo deseo: el contacto. La necesidad de tocar y ser tocado que va más allá de lo meramente sexual. Esa necesidad de sentir y sentirte con alguien igual que tú y aunque el momento sea ínfimo su disfrute hace que se suspenda el tiempo y lo que acontece en ese hermético espacio es todo lo que importa. La necesidad está allí, siempre va a estar allí latente y empuja al deseo a dar rienda suelta a toda su energía sexual como un torrente de agua. Como un océano. Conectar con alguien mediante el sexo es una vía constante en nosotros, en mí. El cruising se juzga no por ser furtivo, ni ilícito, ni inmoral sino porque está desvinculado del amor, es práctico y muchas veces casual. No te ata a nada y dignifica al sexo como un ejercicio más de lo cotidiano, sin ninguna otra responsabilidad más que el deseo.
Creador: Misael Calderón
Ayudantía: Carla Nyman
Asesoría de arte y plástica: Antiel Jimenez
Asistencia a la dirección: Lydia Aranda
Producción: Agujero Negro