Como líder de la comunidad local, el presidente Amin prohíbe todo tipo de imagen en su aldea en la zona rural de Bangladesh, ya que la considera no islámica. Incluso continúa afirmando que la imaginación también es pecaminosa, ya que le da a uno la licencia para infiltrarse en cualquier territorio prohibido. Pero el cambio es un viento desesperado al que es difícil resistir. La tensión entre lo tradicional y los vientos modernos crece hasta tal punto que comienza un efecto dominó en las vidas de un grupo de personas de ese pueblo. Pero al final de la película, la televisión, que tanto odiaba, viene al rescate y ayuda al presidente Amin para alcanzar un estado trascendental en el que él y su Dios están unidos. Un nuevo giro en la historia le hace abrazar la IMAGEN y la IMAGINACIÓN.